miércoles, 20 de abril de 2016

Querida morocha:

Podría ponerme a decir lo mucho que te extrañe.
Lo mucho que me hacías falta.
Podría lamentarme por no haber estado ayer con vos.
Podría pelearme con todos esos que te odian o te insultan.
Podría disertar horas sobre porque pasó con vos lo que pasó sin necesidad de hacer un master en economía política.

Pero voy a limitarme a mirar lo que me rodea. Lo asombroso. Lo magnifico.
Levantar la mano y poner los dedos en V.
Porque aun acá, ante paisajes alucinantes, a 3457 msnm sigo sintiéndome parte de este proyecto colectivo.
Será entonces que me sentiré con el corazón un poquito al lado tuyo. Con el pecho grande del orgullo y los ojos llenos de belleza.
Porque la patria es belleza, estar con el otro es belleza. Es amor.
Amor entre tanto odio.
Sos la belleza de la alegría que lleno ayer mas de un corazón espantado entre tanta mezquindad de los que nos quieren entregar con bandeja. Entre tanto traidor.
Nos devolviste la alegría de estar con los otros. Festejar que no estamos solos.
Nos agrupaste. Nos diste directivas y también, porque no, nos cagaste a pedos.
Y volviste.

Volviste para recordarnos que estamos juntos.  Codo a codo.
Siempre. Junto al otro. En la calle.
Defendiendo la belleza. Defendiendo el amor.

Piedra del Molino. Ruta 33. Salta.

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