"Me llevo el charro, me llevo la guitarra
Me llevo la botella pero no me la llevo a ella..."
(La música suena en el aire, casi susurrada)
El dolor, a veces, cede con el paso del tiempo, las heridas cierran y uno puede enfriarse y relajarse y eso, pensar mejor. Ese no parecía ser el caso, cada día se aseguraba más y más que estaba enojada, con él y con ella también. Más con ella, porque por alguna razón ya no podía sentirse victima, solo victimario. Se vuelve difícil a veces hablar de la procesión que a uno le cruza la cabeza y la entraña. Implica ponerse frente a frente con eso que uno viene negando o evadiendo o que no ve. El simple hecho de que probablemente la situación no es la que uno creía. El tiempo pasó, las personas no eran las adecuadas, la escenografía no combinaba o las zapatillas verdes con el chupín violeta quedaban como el carajo, cada uno explíqueselo a si mismo como quiera.
Y a ella ahora le duele, le duele que le cueste, le duele ser tan racional. Le duele toda la emoción posible. Duele la mente retorcida y la emoción pensada; no poder decir en palabras como es el último adiós a ese muerto.
Yo sé, y ella lo sabe también, que en algún momento va a poder reírse, con ella, de ella, y de otros. Sabe, y yo se lo repito, que al principio cuesta. Cuesta tanto como aprender a soportar el dolor de rodilla por un raspón cuando sos chico. En esa época no llorar por una frutillita en la rodilla era casi ser grande, ahora volver a reírse es casi como ser grande también, pero más interno más profundo más abstracto, más demente incluso.
Y así uno va pasando el tiempo y de una manera u otro logra reensamblar esa especie de rompecabezas que es todo.
Así que será cuestión de agarrar la botella por el cuello y colgarse la guitarra e irse de mochilero por algún laberinto interno. Y doblar en cada recodo prestando atención para levantar del piso una pieza del desastre y empezar a rearmar, despacio, pero sin dejar de mirar alrededor. O te van a llevar puesto.
Cuando levantó la cabeza de los brazos y miró alrededor se percató de que se había dormido en la mesa, vio el libro adelante.
-La pucha- pispeó de cote la PC. No le molesto ver que no había cartel naranja titilando- y bue, será que se acabó.
Se preparó un café. Tenía que despertarse o eso no iba a arrancar.
-¿Quién habrá sido el demente al que se le ocurrió sentar como ley nacional que el café te despierta?-masculló- la pucha che.
Desperezada, se acercó a la PC, eliminó al salame y subió el volumen, la música llenó el aire.
Un ritmo de charango la inundó:
(…) “Me llevo el charro, me llevo la guitarra
Me llevo la botella pero no me la llevo a ella”(…)
Pasó la canción antes de que empezara. Kevin y su vozarrón hablaron de nuevo:
(…)”Las cosas no andaban bien, nada me salía,
mi vida era un túnel sin salida, pero...
Desde que te perdí se están enamorando todas de mí
y hasta algunas me quieren convencer
que con ellas podría ser feliz.”(…)
La ironía alegra la vida. Por lo menos la mía.
Estoy buscando llegar al último capítulo de esto.
It seems to be getting better all the ti-ime (8) ^_^
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